La
obra, dirigida por el mallorquín David Marín, se representó en
el Teatro Principal de Palma durante los días: 22, 23, 29 y 30 de
Noviembre. Bernarda Ñ asistimos al estreno del espectáculo ganador
de la
Beca
Desperta 2014,
el cual ya se había estrenado en las tablas de la Sala Atrium de
Barcelona durante la primera quincena de junio.
Discordants
nos
cuenta la historia de una pareja serodiscordante, es decir, aquella
en que uno de los miembros es portador del VIH. Una historia
caracterizada por el miedo, tanto de él (Nacho), como de ella
(Cati), de los problemas que lleva una relación de este tipo. Estos
prejuicios del VIH se intentarán disminuir no solo a través de la
representación de los diferentes conflictos planteados en la
relación amorosa protagonista, sino también con la figura del
médico, Carlos, quien será el encargado de sosegar los miedos de
Nacho. Un miedo que se representa simbólicamente y que aparecerá
como la conciencia de nuestro protagonista de una forma muy cómica.
Esta mezcolanza entre lo trágico del virus potenciador de una
enfermedad letal, el SIDA, y el tratamiento humorístico de los
miedos, con el fin de llevarlo al terreno de lo hiperbólico, sitúan
este espectáculo en el género de la tragicomedia.
Resumen
La
obra empieza in
medias res, es
decir,
ya
existe una historia previa al conflicto que se va a desarrollar. Se
encienden las luces, suena la música y aparece Cati, la portadora
del VIH, en una situación altamente expresiva del miedo que siente
tras enterarse de que Miguel, su ex-pareja, le ha transmitido el
virus. En ese momento, a través de uno de los saltos temporales que
serán característicos de toda la obra, aparece Nacho en escena.
Como antiguos compañeros y viejos amigos de carrera, Diseño
Gráfico, se reconocen, se abrazan, y se empieza a intuir la
inminente relación amorosa. Tras un breve tira y afloja acaban
cenando en casa de Nacho que, por cierto, no está muy lejos de la
casa de Cati: ambos viven en Travessera 52, caprichos del destino. En
la preparación del encuentro vemos reflejada las dos actitudes
iniciales de los protagonistas: ella, preocupada, leerá un fragmento
sobre cómo decirle a tu pareja que eres portadora del VIH; mientras
que él, emocionado, se encargará de tener todos los elementos
necesarios para que la cena triunfe. Es en el clímax de la cita
cuando Nacho se lanza y Cati le para los pies: entonces le cuenta el
problema, y él, tras un lapso de unos segundos - o una eternidad,
según cómo se mire - realiza una serie de sonidos extraños,
demostrando de esta forma su sorpresa y miedo.
A
continuación, con otro salto temporal, nos encontramos con que ellos
dos ya son pareja y viven juntos. Aparece el primer conflicto:
¿decírselo a los padres de él? y, si es así, ¿cómo? Tras una
breve y graciosa discusión en la que aparece, por segunda vez, el
miedo de Nacho basado en la rapidez de los hechos: “pasar de la
nada a 100”, acaba la escena con la aparición de otro elemento
simbólico: una maceta. Esta será la receptora, junto con el
público, de las diferentes cavilaciones del protagonista. El primer
monólogo que nos ofrece alude al tema del sexo, a la importancia de
la confianza en el hombre, de su carácter dominante frente a la
sumisión de la mujer. Esta reflexión desemboca en una escena de
cama, pero no explícita, pues cada protagonista está situado sobre
una silla lo suficientemente separadas como para no dar a entender
una acción sexual. Sin embargo, en esta representación de la
intimidad de alcoba, aparece, como si de un sueño se tratara, un
juez, quien funciona como una voz de conciencia que intenta
remitirles cómo se deben comportar en el acto sexual en tanto
que son una pareja serodiscordante. Y entonces cundió el pánico.
Tras
una acción fortuita, como es la ruptura del profiláctico, Nacho,
histérico, y Cati, más tranquila, acuden al médico. En esta escena
se concentra grosso
modo
el
miedo del protagonista: contraer la enfermedad. Carlos, el médico,
con su actitud serena será el que coloque a Nacho en el lugar
acertado, explicándole en qué consiste el VIH y todo lo que
concierne alrededor de este. Sin embargo, la preocupación de Nacho
sigue siendo patente hasta el momento en el que recogen las pruebas.
Del sobre que contiene los resultados sale paja, entendiéndose
implícitamente de manera simbólica, y luego de forma explícita,
que ha dado negativo. Esta buena noticia parece solucionar los
problemas, pero la tensión y los problemas, las reflexiones y
preocupaciones, siguen apareciendo hasta el final de la obra: desde
el deseo de normalidad por parte de Cati, y de el buen manejo de la
situación, para no incomodar a la misma, por parte de Nacho. En esta
coyuntura aparece la conciencia del protagonista, vestida de gallina,
hecho que remite a lo que le había dicho en escenas anteriores el
médico: que era más probable que apareciera una gallina gigante que
estuviera infectado. El personaje cuya identidad no vamos a
desvelaros, por ahora, será el encargado de reforzar los argumentos
negativos de Nacho alrededor de la situación que está viviendo:
dejarla o no dejarla, el tema de la compasión, etc.
Finalmente,
Nacho y Cati toman la decisión de que ella se enfrente al
tratamiento retroviral, de tipo crónico, hecho que simboliza la
consolidación de la pareja que se demuestra en posteriores escenas
cuando él es quien, con la boca, le da las pastillas del
tratamiento. Así acaba la obra; ellos dos se van unos días a una
casa rural para relajarse, y el broche final lo pone uno de los
personajes con un baile y canción que contiene, cómicamente, toda
la temática del espectáculo.
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