10 de enero de 2015

Os presentamos 'Discordants'


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La obra, dirigida por el mallorquín David Marín, se representó  en el Teatro Principal de Palma durante los días: 22, 23, 29 y 30 de Noviembre. Bernarda Ñ asistimos al estreno del espectáculo ganador de la Beca Desperta 2014, el cual ya se había estrenado en las tablas de la Sala Atrium de Barcelona durante la primera quincena de junio.

Discordants nos cuenta la historia de una pareja serodiscordante, es decir, aquella en que uno de los miembros es portador del VIH. Una historia caracterizada por el miedo, tanto de él (Nacho), como de ella (Cati), de los problemas que lleva una relación de este tipo. Estos prejuicios del VIH se intentarán disminuir no solo a través de la representación de los diferentes conflictos planteados en la relación amorosa protagonista, sino también con la figura del médico, Carlos, quien será el encargado de sosegar los miedos de Nacho. Un miedo que se representa simbólicamente y que aparecerá como la conciencia de nuestro protagonista de una forma muy cómica. Esta mezcolanza entre lo trágico del virus potenciador de una enfermedad letal, el SIDA, y el tratamiento humorístico de los miedos, con el fin de llevarlo al terreno de lo hiperbólico, sitúan este espectáculo en el género de la tragicomedia.

Resumen
La obra empieza in medias res, es decir, ya existe una historia previa al conflicto que se va a desarrollar. Se encienden las luces, suena la música y aparece Cati, la portadora del VIH, en una situación altamente expresiva del miedo que siente tras enterarse de que Miguel, su ex-pareja, le ha transmitido el virus. En ese momento, a través de uno de los saltos temporales que serán característicos de toda la obra, aparece Nacho en escena. Como antiguos compañeros y viejos amigos de carrera, Diseño Gráfico, se reconocen, se abrazan, y se empieza a intuir la inminente relación amorosa. Tras un breve tira y afloja acaban cenando en casa de Nacho que, por cierto, no está muy lejos de la casa de Cati: ambos viven en Travessera 52, caprichos del destino. En la preparación del encuentro vemos reflejada las dos actitudes iniciales de los protagonistas: ella, preocupada, leerá un fragmento sobre cómo decirle a tu pareja que eres portadora del VIH; mientras que él, emocionado, se encargará de tener todos los elementos necesarios para que la cena triunfe. Es en el clímax de la cita cuando Nacho se lanza y Cati le para los pies: entonces le cuenta el problema, y él, tras un lapso de unos segundos - o una eternidad, según cómo se mire - realiza una serie de sonidos extraños, demostrando de esta forma su sorpresa y miedo.

A continuación, con otro salto temporal, nos encontramos con que ellos dos ya son pareja y viven juntos. Aparece el primer conflicto: ¿decírselo a los padres de él? y, si es así, ¿cómo? Tras una breve y graciosa discusión en la que aparece, por segunda vez, el miedo de Nacho basado en la rapidez de los hechos: “pasar de la nada a 100”, acaba la escena con la aparición de otro elemento simbólico: una maceta. Esta será la receptora, junto con el público, de las diferentes cavilaciones del protagonista. El primer monólogo que nos ofrece alude al tema del sexo, a la importancia de la confianza en el hombre, de su carácter dominante frente a la sumisión de la mujer. Esta reflexión desemboca en una escena de cama, pero no explícita, pues cada protagonista está situado sobre una silla lo suficientemente separadas como para no dar a entender una acción sexual. Sin embargo, en esta representación de la intimidad de alcoba, aparece, como si de un sueño se tratara, un juez, quien funciona como una voz de conciencia que intenta remitirles cómo se deben comportar  en el acto sexual en tanto que son una pareja serodiscordante. Y entonces cundió el pánico.

Tras una acción fortuita, como es la ruptura del profiláctico, Nacho, histérico, y Cati, más tranquila, acuden al médico. En esta escena se concentra grosso modo el miedo del protagonista: contraer la enfermedad. Carlos, el médico, con su actitud serena será el que coloque a Nacho en el lugar acertado, explicándole en qué consiste el VIH y todo lo que concierne alrededor de este. Sin embargo, la preocupación de Nacho sigue siendo patente hasta el momento en el que recogen las pruebas. Del sobre que contiene los resultados sale paja, entendiéndose implícitamente de manera simbólica, y luego de forma explícita, que ha dado negativo. Esta buena noticia parece solucionar los problemas, pero la tensión y los problemas, las reflexiones y preocupaciones, siguen apareciendo hasta el final de la obra: desde el deseo de normalidad por parte de Cati, y de el buen manejo de la situación, para no incomodar a la misma, por parte de Nacho. En esta coyuntura aparece la conciencia del protagonista, vestida de gallina, hecho que remite a lo que le había dicho en escenas anteriores el médico: que era más probable que apareciera una gallina gigante que estuviera infectado. El personaje cuya identidad no vamos a desvelaros, por ahora, será el encargado de reforzar los argumentos negativos de Nacho alrededor de la situación que está viviendo: dejarla o no dejarla, el tema de la compasión, etc.

Finalmente, Nacho y Cati toman la decisión de que ella se enfrente al tratamiento retroviral, de tipo crónico, hecho que simboliza la consolidación de la pareja que se demuestra en posteriores escenas cuando él es quien, con la boca, le da las pastillas del tratamiento. Así acaba la obra; ellos dos se van unos días a una casa rural para relajarse, y el broche final lo pone uno de los personajes con un baile y canción que contiene, cómicamente, toda la temática del espectáculo. 









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