24 de enero de 2015

'Edimburg': Espacio y público

Espacio - Sala Petita del Teatro Principal de Palma:


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Se trata de una sala que cuenta con todos los avances en materia escénica, por lo que resulta muy apropiada para la representación de espectáculos de reducido formato, lecturas dramatizadas, recitales de música y poesía, conferencias, pequeños conciertos, etc. La disposición en tubos en el techo con 40 circuitos regulables para la iluminación permite diferentes configuraciones audiovisuales.


Escenario
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Como se observa en la imagen, el escenario en Edimburg estaba dispuesto en forma de trapecio, es decir, de cuadrilátero irregular, con solo dos de sus lados paralelos. Al principio de la obra, Joan se sitúa en el centro del escenario, más concretamente sentado en el sofá, mientras que Elsa se dedica a colocar una serie de libros en la estantería situada en el extremo izquierdo del fondo. Acto seguido, él se sienta en el suelo y continúa con la mudanza, ordenando algunos objetos más.  
El sofá será uno de los muebles de mayor utilidad en la obra: en él se sientan Joan y Elsa, se tumban para besarse apasionadamente, a su alrededor ambos dan vueltas persiguiéndose, como si del juego infantil “pilla pilla” se tratara, etc.
A lo largo de la obra, la pareja va modificando el atrezzo del escenario para adecuarlo a sus necesidades inmediatas. Así, por ejemplo, en una de las escenas desplazan el sofá hacia el lateral izquierdo del escenario y colocan la mesa delante del mismo, para poder tumbarse y apoyar los pies más cómodamente.
Cuando llega Marina, el personaje que encarna supuestamente a la “hermana” de Joan, se produce una discusión entre ambos, dispuestos tras el sofá, frente a frente; agudizándose así aún más si cabe la confrontación y la disputa. Elsa, por su parte, se dedica a preparar la cena y por ello entra y sale de la cocina, en reiteradas ocasiones, por el lateral derecho del escenario. Durante la noche, la protagonista femenina duerme en el sofá; mientras que Joan y Marina se marchan a la habitación de la pareja, supuestamente para hablar y aclarar sus diferencias. Cabe decir que esta escena, al transcurrir en el dormitorio (estancia no visible en escena), no es observada por el público, sino que únicamente es referida por los personajes. De este modo, se consigue mantener la incógnita entre los espectadores, desconocedores de lo ocurrido en esa habitación. ¿Qué habrá pasado realmente durante la noche?, ¿Se habrán reconciliado como pareja Marina y Joan?;  son preguntas que pasan por la mente del público y de Elsa en ese momento. Por ello, podría decirse que el auditorio empatiza con dicho personaje femenino, pues la incógnita antes planteada parece ser compartida por ambos. Sin embargo, Elsa, al abrir el portátil de Joan, conoce algo sobre su pasado que provoca una discusión en la que ella se sitúa al frente del escenario, en su extremo izquierdo, y él en el extremo final derecho; disposición en diagonal de ambos personajes que uniría dos vértices, es decir, dos polos u opiniones sobre una misma cuestión: el verdadero pasado y presente de Joan.
A la mañana siguiente, Marina sale de la habitación y se sitúa al lado del sofá, donde está sentada Elsa, tras haber pasado toda la noche allí. Seguidamente, Marina se acerca a Elsa y se sienta junto a ella. Tras esto, el deseo de Elsa es que Marina se marche de su casa y por ello se levanta y le abre la puerta; vuelve a sentarse y es Marina en este caso quien se levanta. Se trata de un momento incómodo para ambas puesto que no saben muy bien cómo afrontar una situación de este tipo en la que el pasado y el presente amoroso de Joan están frente a frente. El protagonista masculino llega de trabajar y, en ese momento, en el escenario los personajes se disponen significativamente en forma de triángulo: entrando por la puerta, Joan, a modo de vértice en el que convergen las dos protagonistas femeninas, situadas en los extremos opuestos del escenario: Marina en el izquierdo (quizás por ser su ex y formar parte de su pasado amoroso) y Elsa, sentada en un mueble a la derecha (simbolizando posiblemente su vida sentimental presente). Marina es quien rompe ese triángulo (tanto visual como amoroso) y la tensión de la situación, dejando solos en el escenario a Joan y Elsa, mientras se marcha para recoger sus cosas. En un primer momento, la pareja se muestra distante, aunque finalmente es Elsa quien toma la iniciativa y se acerca a su amado para besarle. Sin embargo, este acercamiento se rompe cuando Elsa confiesa a Joan que ya no quiere ni puede seguir con él. Por último, los tres personajes abandonan el escenario por la puerta de la vivienda.


Público


El público se distribuyó en la obra a lo largo de 7 filas de 18 butacas, aproximadamente. Cabe decir que el aforo, en este caso, no se cubrió completamente.
Entre el público se encontraba una gran disparidad de edades e incluso personalidades conocidas dentro del mundo de las artes escénicas, como el historiador de teatro Martí Fons o el actor Miquel Àngel Torrens.
La obra pareció divertir y emocionar al público a partes iguales. Los espectadores mostraron su satisfacción al fin de la obra, ovacionando enérgicamente y en varias ocasiones al elenco.

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